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lunes, 15 de diciembre de 2014

LA EXPANSIÓN DEL COMERCIO
Una función esencial de los núcleos urbanos era albergar el mercado al que acudían los campesinos de la zona para intercambiar productos  agrícolas por manufacturas.

Las rutas terrestres  
           


El aumento de la seguridad en los caminos facilitó el traslado de las mercancías y la aparición de nuevas rutas terrestres entre ciudades. Muchas de ellas señalaron unos días especiales para hacer mercado  y decretaron leyes que protegían a los mercaderes. También se decretaron leyes que protegían a los mercaderes. También se crearon las ferias, unos mercados extraordinarios que reunían a gentes de toda la comarca.

Las rutas marítimas
Para las largas distancias, el comercio marítimo adquirió más importancia, debido a la mayor capacidad y velocidad de los barcos. La primera gran ruta marítima unía el mediterráneo occidental con el oriental.
Ciudades como Venecia, Génova, Marsella, Barcelona y Valencia comerciaban con los puertos de Oriente próximo  y  con el Imperio bizantino. Importaban productos de lujo (seda y especias) y exportaban tejidos, armas y herramientas.
Una segunda fue la del Atlántico y el Báltico (la Hansa): comprendían desde Lisboa y los puertos castellanos del Cantábrico hasta los del mar Báltico. Se transportaban lanas, vinos, pieles, maderas y trigo. Estos productos convergían en las ciudades de los Países Bajos (Brujas, Gante…).


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