LA EXPANSIÓN DEL COMERCIO
Una
función esencial de los núcleos urbanos era albergar el mercado al que acudían
los campesinos de la zona para intercambiar productos agrícolas por manufacturas.
Las rutas terrestres
El
aumento de la seguridad en los caminos facilitó el traslado de las mercancías y
la aparición de nuevas rutas terrestres entre ciudades. Muchas de ellas señalaron
unos días especiales para hacer mercado
y decretaron leyes que protegían a los mercaderes. También se decretaron
leyes que protegían a los mercaderes. También se crearon las ferias, unos
mercados extraordinarios que reunían a gentes de toda la comarca.
Las rutas
marítimas
Para
las largas distancias, el comercio marítimo adquirió más importancia, debido a
la mayor capacidad y velocidad de los barcos. La primera gran ruta marítima
unía el mediterráneo occidental con el oriental.
Ciudades
como Venecia, Génova, Marsella, Barcelona y Valencia comerciaban con los
puertos de Oriente próximo y con el Imperio bizantino. Importaban productos
de lujo (seda y especias) y exportaban tejidos, armas y herramientas.
Una
segunda fue la del Atlántico y el Báltico (la Hansa): comprendían desde Lisboa y
los puertos castellanos del Cantábrico hasta los del mar Báltico. Se transportaban
lanas, vinos, pieles, maderas y trigo. Estos productos convergían en las
ciudades de los Países Bajos (Brujas, Gante…).
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